Jonathan Velásquez

Jonathan Velásquez

Nació en Quezaltepeque, El Salvador en 1987.Miembro fundador del Taller Literario “Quino Caso”, ha participado en El Festival Internacional de poesía de Granada Nicaragua 2006,en El Simposio Internacional Rubén Darío (León, Nicaragua 2007). Organizador del primer Encuentro Nacional de Talleres Literarios (Quezaltepeque, 2005) Parte de su material ha sido publicado en periódicos nacionales e internacionales, revistas y espacios virtuales, en el poemario Tres Palabras (2005) y en el poemario Herbario (2007). Colabora con la Fundación Metáfora en el desarrollo del Encuentro Internacional de Poetas “El Turno del Ofendido”. Miembro del Proyecto Sur en El Salvador. Actualmente estudia Ciencias Jurídicas en la Universidad Politécnica de El Salvador (UPES), donde dirige el semanario EL POLITECNICO.


La muerte de la montaña

Con majestuosidad acaricias el vientre
desnudo del cielo.
Crosby Lemus


Las hojas están hartas de caer sobre la frondosa hierba
Y tus pies descalzos,
Quieren mutilar el tiempo con el filo de su lengua
Tratan de cortar la voz del sol
Mientras el olvido cae como el fruto prohibido.
Las raíces de los árboles Penetraron el vientre de la tierra
y beben su dolor interminable,
Las hojas siguen meciéndose sobre el viento
No quieren caer, (quieren seguir existiendo)
El cielo abrió los ojos y se echa en llanto,
De su ojo de cíclope vomita las estrellas,
Mientras las hojas aun siguen cayendo…
El rió de mi mano no termina, y universos nacen de mi pluma,
Un demonio, acecha la montaña milenaria,
Se devora su fresco cuerpo aun virgen
Pide auxilio, la sangre de sus venas
Corre por el rió y su vida corre hacia la muerte, (las hojas aun caen),
Un último grito estalla el silencio se ha roto,
El fantasma de un árbol toca mi espalda
Las hojas han dejado de caer (La montaña ha muerto.)


Insomnio

Cuando el insomnio
danza su macabra sonata
con mis parpados
desempolvo el alfabeto
de las aves y los sonámbulos peces
que trae la tormenta.
Cuando el insomnio
me obliga a que te piense
desentierro los secretos
de la tierra y de los árboles,
me enamoro de los ángeles
que se escapan de mi sueño
y alzo un vuelo interminable
hacia el huracán de tu mirada,
invento una y mil formas
de gritar tu nombre con mis ojos,
cuando el insomnio llega
tiendo una emboscada a tus piernas,
dibujo tu cuerpo con la oscuridad de mi sombra,
abro el baúl del silencio
y ciudades dormidas, sin plazas ni a venidas
escapan de mis manos
como una ráfaga de viento clandestino.
Cuando el insomnio llega
bebo café,
enamoro las estrellas
invoco las lechuzas y los búhos
y te sueño despierto
esperando nunca despertar.


10:00 a.m.

Asesine un ángel,
con la espada de mi lengua,
queme sus cristalinas alas,
con mis manos que ardían
sobre su cuerpo luminoso,
bese su cristalino rostro,
su sexo sin sexo.
Asesine un ángel,
bebí su sangre con mi cuerpo
y un remolino de luz
brotó de su cansado pecho,
un ángel murió bajo la lluvia,
y mis oídos ensordecieron la música.
El cadáver de un ángel
yace sobre lo tibio de mi almohada,
una mujer irrumpe de sus huesos…