Otoniel Guevara, el poeta

Otoniel Guevara
1967 -

Poeta salvadoreño. Nació en Quezaltepeque, La Libertad, El Salvador un 10 de junio de 1967. Estudió Agronomía y Periodismo en la Universidad de El Salvador y en la UCA de Managua. En tres ocasiones fue apresado por motivos políticos. Fue militante guerrillero del FMLN, del cual se desvinculó completamente al terminar la guerra. Fue miembro fundador de los grupos de poetas «Xibalbá» de El Salvador e «Imagen» de Nicaragua. Su trabajo poético ha merecido más de 20 premios literarios y aparece en antologías de nueva poesía salvadoreña. Ha publicado 12 libros, los más recientes: Despiadada ciudad, Cuaderno deshojado y No Apto para Turistas. Presidente de la Fundación Metáfora que organiza el «Encuentro Permanente de Poetas en El Salvador» que invita a poetas extranjeros a realizar lecturas en universidades, colegios, parques y espacios culturales en El Salvador. Actualmente dirige el Suplemento Cultural Tres Mil del Diario CoLatino. Parte de su poesía ha sido traducida al sueco, alemán, eslovaco, húngaro, italiano y al inglés.

Más sobre Otoniel en www.otonielguevara.blogspot.com

Selección de Poemas:



CON AMILCAR


Alguien me habla más allá de la vida.

Alguien talla mi voz con su alfabeto.


Su voz

¿debo decir que truena, que retumba?

¿debo explicar que fluye, que acoquina?

¿debe entender usted que no se escucha?

¿debe saber usted que se avecina?

Un hombre de poco hablar
repinta mi nombre desde el sueño.
Aclara su rostro en los rostros del Hambre.
Define su acento con el solfa del Miedo.
Sangra de amor en terminales y aeropuertos.

A veces duele tanto seguir vivo
y escuchar, impotente, los sollozos de Dios.



Casa # 6

Nadie toca a la puerta de mi casa

Las mariposas entran en silencio
con cierta danza de mujer conmovida

La lluvia penetra hasta las raíces de los árboles

A veces los niños tocan el timbre y huyen

Me gustaría que alguien
una tarde
-huyendo del mundo-
derribara la puerta de mi casa

Sería hermoso compartir
tan adusta soledad



Defensa Propia

para Arquímides Cruz, en el recuerdo.

Un hombre me amenaza con un arma
Yo lo amenazo con una piscucha

El a lo sumo logrará matarme
Yo
en cambio
podría hacerlo feliz



Sosiego

para Matilde Elena López,
como un asunto del corazón.

Hoy quisiera recuperar el tiempo perdido:
años, meses, años,
días y momentos.

De haber culminado con éxito mi fuga del hogar
cuando a los once me emboscaron hormonas y edenes
mi nombre no hubiera sido torpemente garabateado en las libretas obituales de amargos policias sin cordón umbilical ni derecho al suicidio,
de pronto sabria conducir un automóvil con mas ingrata maestria que al timon de la vida
y el sinuoso Beethoven hubiese perdido para siempre a un triste amante de sus sonatas

Si a los catorce no se me empotra en el cielo Amílcar cargado de poemas y canciones de protesta
me hubiera quedado sembrando huertos caseros en alguna selva innominada
me hubiese enamorado sin remedio de alguna campesina
de su luz silenciosa,
de su lengua graciosa,
de su miel licenciosa,
de su pelo fragante a cascada florida.
Me hubiese enriquecido con una porqueriza
y respondería ante el nombre de “Violeta Parra”
con bibliografía hortícola o algo semejante.

Yo era buen futbolista. Y hasta me persignaba
a cada pitazo inicial.
Mas la vida es redonda y nos aplasta
dondequiera que vamos, contra quienes estemos,
por la simple razón de ser entre la grama.

Con las muchachas nunca tuve suerte:
desde los diecisiete me envuelven con sus formas
y me hacen preguntarme cosas que nunca supe.
Con ellas lo mejor es el silencio:
silencio al acercarse, al envolverlas,
al amarlas con todos los sentidos.
Mucho silencio para no despertarlas
y más para salir
en puntillas de sus vidas.

Quise ser guerrillero y nunca maté a nadie.
Cada vez que disparé fui yo el único herido.
Soy veterano de una guerra en la que Dios estuvo preso.
Y donde Satanás fue muerto en la primera escaramuza.

El tiempo se acabó. Ya no pretendo
ser inmortal.
El cuerpo pesa
y las mochilas suelen descoserse:
por los agujeros se cuela la esperanza,
se van los libros que quisimos leer, las emociones
que torpemente dejamos al pie de los amates,
la piel de los tambores
que nunca se enredaron con mi piel,
la suavidad
del beso en que murió mi boca.

Tantas veces la muerte perdió al póquer conmigo
¿y cuál fue mi ganancia?: arrastrar mis pasos
sobre los cementerios, engordar con papeles de amor
un baúl extraviado, gritar bajo la lluvia los rencores
al Creador, quien solamente me contestó con truenos ilegibles,
con rayos insensible y con pájaros muertos.

Quise ser más que un hombre
y de escudo me dieron la palabra
y de enemigo todo lo pronunciable.

¡Basta de sustantivos y adjetivos!
Ya no quiero más verbos: ¡Quiero sangre!
¡Sangre en el colibrí, sangre en el río,
sangre verde en la montaña ruda,
sangre azul en el cielo grisoteado,
sangre de luz en la laguna-cloaca,
sangre de ángeles al borde de los niños,
sangre de rojo amor en el demonio,
sangre de inmensidad en los poemas,
sangre de Dios en el pecho del hombre!
Sangre
en el nombre,
sangre
en el hombre:
en el nombre del hombre: ¡quiero sangre!

Y en el nombre del tiempo ya perdido
que ya jamás vendrá
que ya es olvido
queda la bendición del hueco de una manos
que entibien este amor sobreviviente
que trae del poeta lo soñado,
del guerrero su herida siempreardiente,
del sacerdote su consuelo infinito,
del delincuente
su palabrota franca
y del ebrio bufón la sabia ciencia
de protestar por todo con la risa.

De todos modos

la vida

siempre empieza.

Alejandra Pizarnik - poemas


LA CARENCIA

Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas.

(de Las aventuras perdidas, 1958)



ÁRBOL DE DIANA

6
ella se desnuda en el paraíso de su memoria ella desconoce el feroz destino de sus visiones ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe.

11
ahora en esta hora inocente yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada

12
no más las dulces metamorfosis de una niña de seda sonámbula ahora en la cornisa de niebla su despertar de mano respirando da flor que se abre al viento

13
explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome

19
cuando vean los ojos que tengo en los míos tatuados

23
(un dibujo de Wols)
estos hilos aprisionan a las sombras y las obligan a rendir cuentas del silencio estos hilos unen la mirada al sollozo

34
la pequeña viajera moría explicando su muerte sabios animales nostálgicos visitaban su cuerpo caliente

35
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego, de silencio in- genuo, de piedras verdes en la casa de la noche, déjate caer y doler, mi vida.

36
en la jaula del tiempo la dormida mira sus ojos solos el viento le trae la tenue respuesta de las hojas
a Alain Glass

(1965)


FORMAS

no sé si pájaro o jaula mano asesina o joven muerta entre cirios o amazona jadeando en la gran garganta oscura o silenciosa pero tal vez oral como una fuente tal vez juglar o princesa en la torre más alta

(de Los trabajos y las noches, 1965)



MADRUGADA

Desnudo soñando una noche solar. He yacido días animales. El viento y la lluvia me borraron como a un fuego, como a un poema escrito en un muro.

(de Los trabajos y las noches, 1965)

Mario Benedetti - poemas

Ella que pasa

Paso que pasa
rostro que pasabas
qué más quieres
te miro
después me olvidaré
despues y solo
solo y después
seguro que me olvido

Paso que pasas
rostro que pasabas
qué más quieres
te quiero
te quiero sólo dos
o tres minutos
para conocerte más
no tengo tiempo.

Paso que pasas
rostro que pasabas
qué más quieres
ay no
ay no me tientes
que si nos tentamos
no nos podremos olvidar
adiós.


Viceversa

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo y
también
viceversa.


A ROQUE

Llegaste temprano al buen humor
al amor cantado
al amor decantado

llegaste temprano
al ron fraterno
a las revoluciones

cada vez que te arrancaban del mundo
no había calabozo que te viniera bien
asomabas el alma por entre los barrotes
y no bien los barrotes se afojaban turbados
aprovechabas para librar el cuerpo

usabas la metáfora ganzúa
para abrir los cerrojos y los odios
con la urgencia inconsolable de quien quiere
regresar al asombro de los libres

le tenías ojeriza a lo prohibido
a las desgarraduras para ínfula y orquesta
al dedo admonitorio de algún colega exento
algún apócrito buen samaritano
que desde europa te quería enseñar
a ser un buen latinoamericano

le tenías ojeriza a la pureza
porque sabías cómo somos de impuros
cómo mezclamos sueños y vigilia
cómo nos pesan la razón y el riesgo

por suerte eras impuro
evadido de cárceles y cepos
no de responsabilidades y otros goces
impuro como un poeta
que eso eras
además de tantas otras cosas

ahora recorro tramo a tramo
nuestros muchos acuerdos
y también nuestros pocos desacuerdos
y siento que nos quedan diálogos inconclusos
recícrocas preguntas nunca dichas
malentendidos y bienentendidos
que no podremos barajar de nuevo

pero todo vuelve a adquirir su sentido
si recuerdo tus ojos de muchacho
que eran casi un abrazo casi un dogma

el hecho es que llegaste
temprano al buen humor
al amor cantando
al amor decantado
al ron fraterno
a las revoluciones
pero sobre todo llegaste temprano
demasiado temprano
a una muerte que no era la tuya
y que a esta altura no sabrá que hacer
con
tanta
vida.